Se usan tradicionalmente para aliviar el insomnio y trastornos nerviosos por sus efectos calmantes, además de para tratar inflamaciones, la diabetes, problemas digestivos y para apoyar el sistema inmunológico, gracias a sus compuestos antioxidantes como las acetogeninas.
Se pueden preparar en té o usarse en suplementos, pero su consumo debe ser supervisado por un profesional de la salud debido a potenciales efectos y toxicidad, especialmente en niños pequeños y mujeres embarazadas.